En los últimos años se han ido endureciendo poco a poco las condiciones que imponen las entidades reguladoras a las entidades financieras, lo que ha motivado que muchas de ellas se hayan integrado, y en lo que nos toca, menor cantidad de dinero disponible para financiar a las familias.
Esta situación sumada a la caída de nuestra renta, la subida paulatina que se ha realizado sobre los distintos tributos, y las dudas sobre el mercado de trabajo, se traducen en una menor renta disponible que también limita nuestra capacidad de compra y de financiarnos adecuadamente.
Tal vez, y de manera adicional a un mayor control regulatorio, los organismos supervisores deberían velar por que el crédito llegase de manera efectiva a las familias, para que así las decisiones que se toman respecto al sistema financiero puedan tener un impacto directo e inmediato en la economía real.
Imagen | acebal
Vía | El Mundo
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