La crisis ha cambiado muchos hábitos de consumo, algunos de manera voluntaria y otros de manera más o menos forzada, como es el caso de la forma en la que desembolsamos el dinero para la compra de una vivienda, ya que se ha experimentado un repunte importante respecto a la cantidad que pagamos en efectivo por ella.
Esta situación, que se debe a las mayores dificultades para acceder al crédito, obliga a muchos nuevos propietarios a tirar del dinero que tienen bajo el colchón, y a pedir prestado a sus familiares, entre otras opciones para realizar este tipo de transacciones.
En este tipo de situaciones, el problema suele ser muchas veces el justificar el pago de grandes cantidades de efectivo, ya que si no logramos hacerlo podemos tener problemas fiscales, pero claro, no por pagar en efectivo quiere decir que se trata de dinero no declarado.
Imagen | maese
Vía | El Economista
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