El escenario es la sección de lácteos de un supermercado cualquiera. Un niño le recrimina a su madre echar al carro unos yogures de marca blanca, ofreciendo a su madre sustituirlos por otros que él ha visto anunciados en televisión. Con tacto maternal e ingenio a partes iguales la madre le responde:
“Nadie quiere comprar esos yogures, y por eso no les queda más remedio que anunciarlos en televisión.”
Lo cual me lleva a la siguiente reflexión: ¿Por qué consideramos el anunciarse en televisión como algo positivo cuando debería ser al contrario? Efectivamente, las cosas realmente buenas no necesitan costosas campañas de marketing para darse a conocer.
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Un ejemplo claro es Google. Hasta los neófitos en temas informáticos de cualquier parte del mundo saben qué es Google, y sin embargo la empresa de Mountain View jamás necesitó invertir un dólar en anunciarse.
Es más, anunciarse en televisión no es nada barato, ¿adivinas a quien van a repercutir esos costes? A partir de ahora antes de adquirir algo que viste en televisión, piensa que parte del sobreprecio que estás pagando por ese producto va destinado a mantener esos altos costes en publicidad.
Fuente | Pymes y autónomos
Foto | Flickr (C’est moi!)