En las circunstancias actuales resulta mucho más complicado que hace unos años ser optimista, porque es obvio que no faltan los motivos para preocuparnos ante la evolución de las cifras del paro, el drama de los desahucios, o los malos datos económicos en general. Lo que finalmente acaba afectando en mayor o menor medida a nuestro estado de ánimo y comportamiento económico.
En estos años hemos ido adquiriendo nuevas costumbres para ahorrar, como por ejemplo comprar mejor en el supermercado, optimizar nuestro consumo energético, comprar ropa y calzado en rebajas, entre otros. Lo que nos ha llevado a exprimir nuestros recursos para hacer lo máximo con el mínimo dinero posible, algo que muchos hemos conseguido a pesar de las sucesivas alzas de precios en algunos productos y servicios, y como no, por el incremento de algunos impuestos.
En este sentido, tal vez merezca la pena mirarnos en el espejo y reflexionar en cuánto hemos sido capaces de 'enderezar' nuestras finanzas en los últimos años, porque a lo mejor es posible que hayamos mejorado, al ser capaces de afrontar nuestros gastos de una manera más ordenada y holgada.
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