España es un país en el que por su configuración geográfica y una orografía montañosa, el transporte por carretera se configura como fundamental para el sector de la distribución y el transporte. Y aunque en las últimas décadas se ha ido desarrollando una red cada vez más notable y suficiente de transporte por ferrocarril y aéreo, aún existen muchas rigideces que nos proporcionan una gran dependencia de los carburantes fósiles.
En estos últimos años, a la par que lo anterior, se han ido desarrollando nuevos combustibles más sostenibles y baratos, como los biocombustibles, pero como consecuencia de la imperativa necesidad del ajuste fiscal (se empezaron a gravar el pasado uno de enero y además se les aplica el IVA cuando antes estaban exentos), se ha incrementado su gravamen hasta el punto de suponer un lastre insalvable para muchos profesionales del transporte por carretera.
Por este motivo la Asociación Nacional de Transportistas de España (Fenadismer) y la Federación Española Empresarial de Transporte de Viajeros (Asintra), están siendo muy críticos con la nueva fiscalidad de los biocombustibles, porque además de los problemas del sector como consecuencia de la crisis económica y unos márgenes muy ajustados, ahora deberán lidiar con este nuevo frente.
Adicionalmente este hecho tiene importantes repercusiones en el bolsillo de los consumidores, que deberán afrontar las sucesivas alzas de precios que se derivarán, ya que los transportistas incrementarán sus tarifas para compensar el alza de impuestos, lo que se traducirá en productos y servicios aún más caros.
Imagen | didbygraham
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