Estimamos que algo es caro o barato no sólo en relación al precio de otros artículos iguales o similares, sino además en función de su coste en términos generales.
Un ejemplo práctico: si nos cobrasen 10€ por un paquete de chicles, cualquiera pensaría que son caros. Probablemente hasta que intentan timarnos. Seguramente aguantaríamos sin chicles o recorreríamos media ciudad en busca de un sitio más barato, máxime si conocemos otro lugar donde cuestan 1€.
En cambio, si por la compra de un televisor tenemos dos precios: 690€ en una tienda al otro lado de la ciudad y 699€ en la tienda que tenemos al lado de casa. Si en ambas nos ofrecen exactamente el mismo producto, servicio y garantías, probablemente ya no consideremos la diferencia de precio tan significativa como para recorrer media ciudad, y mucho menos como para descartar la posibilidad de comprar un televisor por esos mismos 9€ de diferencia.
Curioso, ¿no crees?
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En concreto cuando hablamos de cosas especialmente caras (una casa, un coche…) parecemos perder la perspectiva totalmente y es muy fácil que en compras de este calibre echemos a perder todo el esfuerzo puesto día a día en el pequeño ahorro.
Es precisamente en las compras más grandes de nuestra vida donde deberíamos invertir proporcionalmente más tiempo y ser especialmente cautelosos. De poco sirve ahorrar 20 céntimos al comprar garbanzos si tu casa vale en realidad un tercio de lo que pagaste por ella o si en otro concesionario habrían estado dispuestos a bajarte 600€ más el precio de tu coche.
Debemos ser conscientes especialmente que nuestro cerebro no es capaz de discernir si algo es caro o barato de forma abstracta. Consciente o inconscientemente estaremos comparando el precio de un producto A, con el de un producto B de similares características.
De modo que cuanto más diferentes sean entre si y más variables debamos tener en cuenta más difícil será determinar si el precio de algo es elevado o no. Esto lo saben muy bien las empresas, que tratarán de complicarnos la vida con enrevesados planes de precios o productos incomparables.
Sobra decir que si se unen estas 2 características (precio elevado y escasas referencias comparables) debemos ser cautelosos y dedicar más tiempo para meditar la compra por partida doble.
Foto | Flickr (futureshape)