Con el paso del tiempo la duración de los aparatos electrónicos y electrodomésticos han evolucionado, introduciendo enormes mejoras técnicas que aumentan sus posibilidades y funcionalidad, pero con el inconveniente de que cada vez tienen una vida más corta.
Ante las averías y anomalías en el funcionamiento asistimos ante una gran paradoja, en muchos de los casos sale más barato adquirir un nuevo aparato que arreglar el antiguo. Adentrándonos sin pretenderlo en una constante renovación de estos como consecuencia de la obsolescencia programada, es decir, de la ‘fecha de caducidad’ que tienen muchos aparatos electrónicos.
En algunos casos se trata de las baterías, en otras ocasiones de algún termostato, o de cualquier otro componente que implica una compleja y cara reparación. En este sentido hoy quería abrir el melón de si merece la pena afrontar una gran reparación sobre una lavadora, un frigorífico o una batidora, que no solo tiene un perjuicio económico, sino que también hay que añadir los elevados plazos de espera de la resolución de la incidencia por parte del fabricante. ¿Ha tenido un caso reciente? ¡Cuéntenos su experiencia!
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