Según cuenta Steven Levitt en Freakonomics, a finales de los noventa el precio de los seguros de vida temporales descendió de forma espectacular.
Este hecho en un principio supuso una especie de misterio, puesto que el descenso no tenía una causa evidente. ¿Qué es lo que había ocurrido? Lo que ocurrió fue sencillamente, Internet.
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En la primavera de 1996 Quotesmith.com se convirtió en el primero de varios sitios web que permitían al cliente comparar en segundos el precio de los seguros de vida que ofrecían decenas de compañías diferentes.
Por primera vez cualquiera podía comparar de forma sencilla, rápida, y gratuita el precio de algo cuya única variable respecto al resto es precisamente el precio. Y todo ello con datos permanentemente actualizados.
Nadie habría imaginado años atrás disponer en su casa de tal fuente de información. En España ya disponemos de sitios donde se muestran comparativas de seguros, tarifas de móvil o de productos bancarios. Ya os hemos hablado de algunos.
Pero el poder de ahorro de Internet no se detuvo ahí. El usuario tomó el protagonismo y él mismo comenzó a hablar de los productos que consumía, sumando credibilidad a la información. Así nacen los foros y blogs donde se comparten reviews de cualquier producto que imaginemos.
Del mismo modo, aquellos modelos de negocio que se basaban en una determinada ventaja informativa, comenzaron a perder su exclusividad. Reparaciones caseras, bricolaje, jardinería, cocina, informática, mecánica, etcétera. Ya no es tan necesario recurrir a un profesional para según qué tareas. La información está al alcance de quién sepa como encontrarla y sea mínimamente habilidoso.
Con Internet nace el comercio electrónico. Tiendas y sucursales de todo tipo que, ahorrándose los gastos que supone un establecimiento físico, pueden ser más competitivos y trasladar ese ahorro al consumidor en el precio final.
Fabricantes o agricultores de repente tienen la posibilidad de efectuar la venta directa de sus productos al consumidor final de forma sencilla, terminando con toda la cadena de intermediarios.
Internet también ha revolucionado la forma de comunicarse. Hace unos años el correo postal y el teléfono tenían el monopolio. No quedaba más remedio que pasar por caja.
Hoy, rara es la persona que no emplee algún programa de mensajería instantánea o haga chats de voz y/o vídeo. Estas fiestas hemos visto como el email y las redes sociales son empleados para enviar felicitaciones navideñas. Y poco a poco los jóvenes dejan de lado los SMS y quedan con sus amigos por Tuenti.
Si antes era costumbre de muchos comprar el periódico cada día, hoy lo es abrir el lector de feeds, o a lo sumo visitar la edición digital de ese diario.
Pero si por algo ha destacado Internet es por satisfacer mejor que ningún otro medio las necesidades de ocio. Cine, música, documentales, videojuegos y libros digitales. Todo está en la red.
¿Acaso hay algo que haya revolucionado tanto el ahorro y el consumo inteligente como lo ha hecho Internet?
Foto | Flickr (d70focus)