Normalmente entendemos por trabajo el empleo de nuestro tiempo en actividades que nos reportan una remuneración. Estaremos también de acuerdo en que nos quita tiempo para nosotros, para estar con los nuestros y en general para disfrutar de la vida. Y que en exceso produce desgaste físico y estrés.
Veo gente que está perdiendo su salud, en empleos que no les gustan pero les permiten tener un coche más grande que el de su vecino. Ahogados por la hipoteca de una casa que estaba por encima de sus posibilidades. Y haciendo horas extra para poder darse ciertos caprichos que calmen la ansiedad que ese mismo estilo de vida les produce.
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¿Merece la pena vivir así? Lanzo esta pregunta al aire y que cada cual encuentre su propia respuesta sopesando lo que es más importante para él. Está claro que ni todos los trabajos son iguales ni todas las personas tenemos las mismas prioridades.
Desde el punto de vista meramente financiero lo mejor es trabajar más y gastar menos. Sin embargo en este asunto como en cualquier otro se trata de buscar el equilibrio. Y para ello tal vez tengamos que replantear ciertos hábitos que, sin serlo, a veces sentamos como necesidades.
Ser conscientes de nuestras posibilidades, tener unas metas establecidas, prescindir de lo innecesario y no pagar más por lo mismo son actitudes inteligentes. Ahorrar de forma irregular y desordenada no sirve, lo que cuenta es hacerlo de forma planificada y sistemática.
“Nunca compres algo que no quieras, porque sea barato; compra algo que sea importante para ti.” -Thomas Jefferson
Foto | Street_Spirit
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