En los últimos años, curiosamente en un contexto de crisis, se han ido generalizando las llamadas masivas a los usuarios de determinadas marcas de vehículos para que lleven sus coches a revisión, con el pretexto de la existencia de determinados fallos.
Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), se podría tratar de un fraude porque si estas marcas han encontrado un fallo en sus controles de calidad, lo lógico es que no pusieran en el mercado estos vehículos, al menos no sin haber corregido los defectos que señalan.
De ser así sería todo un fraude, ya que cuando compramos un vehículo se presupone que este se encuentra en perfectas condiciones para ser utilizado, y cualquier defecto, por supuesto, debe ser subsanado por el concesionario, sin suponer un coste adicional para los usuarios.
Imagen | ionruiz
Vía | El Economista
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