Algunos vehículos ofrecen de serie, en opción o en postventa un aparato denominado regulador de velocidad, Tempomat, cruise control, etc. Es el mismo sistema, se le programa una velocidad y el coche hace lo posible por mantenerla. También se denomina control de crucero pasivo, ya que no tiene en cuenta el tráfico, pues no tiene conocimiento de él.
Estos sistemas actúan sobre el acelerador, ordenando más fuerza al motor en caso de cuesta arriba o desconectando la inyección si se puede mantener la velocidad cuesta abajo. Por lo general no actúan sobre el freno, si acaso a veces sobre el cambio automático para mejorar la retención. Se desconectan tan pronto se pisa el embrague, se frena, actúa el ESP (depende del modelo) o se cambia de marcha.
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Ahora bien, ¿sirven para ahorrar combustible? Sí y no. Mantener una velocidad constante es muy eficiente en recorridos largos, ya que cuantas menos aceleraciones haya más ahorramos (es lo que más le cuesta al motor). Cuesta abajo o en llano ahorran, además evitan multas por exceder el límite si nos despistamos. El problema viene cuesta arriba.
El programa, con tal de mantener la velocidad, acelerará lo que sea necesario para mantener el ritmo. Una forma más económica de subir una pendiente es acelerar lo justo como para que el motor pierda velocidad mínimamente, y recuperar lo perdido en el siguiente descenso. Ahí estamos hablando de una conducción muy eficiente, pero no es la que suele hacer todo el mundo.
Sin embargo, para la mayoría de conductores, dejar marcada la velocidad de crucero sí sirve para ahorrar combustible y posibles multas. Es posible modificar la velocidad de crucero a más y a menos pulsando un botón, y los aumentos son muy progresivos, de modo que se ahorra más que si aceleramos más fuertemente. Recomiendo este sistema.
Eso sí, hay que estar al loro de que el límite baje, tendríamos que establecer una velocidad inferior. Si tenemos que adelantar basta con pisar el acelerador, tan pronto como le soltemos el coche recuperará la velocidad que tenía programada. Hay que tener cuidado de no usar este sistema si hay mucho tráfico, pues puede ser contraproducente.
En definitiva, la adquisición de este elemento, si es opcional, queda compensada de sobra a lo largo de la vida útil del coche. Si no vamos pendientes del velocímetro ni de los radares tenemos la mente mucho más despejada para mirar al frente y a los retrovisores y mantener una mejor vigilancia del tráfico, la vía y sus circunstancias.
Fotografía | Javier Costas
En Ahorro diario | En el coche, la velocidad quema dinero