Al hilo del artículo de Martin Varsavsky, debo mostrar una leve discrepancia. En mi opinión el consumidor español no es vago, sino estúpido. Como lo es la tan arraigada creencia de lo barato al final sale caro.
Entre otros “honores” tenemos el de ser el país con las tarifas de móvil e Internet más caras de la unión europea. Hasta tal punto que en breve mandar un SMS al extranjero será más barato que uno nacional.
Esto es así porque en otros países los clientes buscan la tarifa más económica y no dudan en cambiar de compañía si es necesario. Las empresas se ven obligadas a ser más eficientes y ajustar márgenes si no quieren perder cuota de mercado. Hay competencia.
Aquí es diferente. El consumidor español se las da de listo y prefiere pagar el triple en sus llamadas de móvil a cambio de un teléfono de ultimísima generación que cada 18 meses consigue haciendo un amago de portabilidad o baja.
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No es que lo necesite. En absoluto, la mayoría ni siquiera hará uso de una gran parte de las funcionalidades del terminal. De lo que se trata es de presumir de móvil y de la jugada maestra: “lo he conseguido gratis”.
Las empresas, conscientes de ello, lejos de ofrecer la tarifa y el servicio más competente se dedican a hacer creer al consumidor que van a obtener una exclusiva oferta por ser cliente preferente y un excelente negociador.
El consumidor español tampoco exige calidad. Las compañías hacen sus estudios de mercado y se dan cuenta de ello. Les compensa reducir costes a costa de la calidad porque apenas pierden clientes con ello.
Como ejemplo la deslocalización de sus callcenters a países donde el mal servicio y el bajo coste van unidos de la mano. O la escasa velocidad de las lineas de Internet en comparación con las de otros países.
El consumidor español siempre da por hecho que si algo es más caro es porque debe ser mejor. Cuando van a una farmacia no piden el medicamento genérico, sino el nombre comercial que ellos creen que le funciona mejor.
Cuando contraté el seguro de mi coche lo hice por Internet, y me costó un tercio de lo que me pedían en las aseguradoras con sucursal física. Mis amigos se echaban las manos a la cabeza. “Puff, como tengas un problema ya verás tú...”
Lo mismo sucedió cuando cambié a la banca online para ahorrar comisiones y obtener una mayor rentabilidad. O cuando les recomiendo una tienda de Internet donde puedan ahorrarse algo de dinero.
Mi teoría de que el consumidor español es idiota quedó confirmada para mí cuando un conocido que vende ropa a través de Internet me confesó que encarecía el precio de sus artículos exageradamente a propósito.
Me afirmó que cuando bajaba los precios vendía menos. Según él esto podía deberse a que los compradores, al ver los precios tan rebajados, debían pensar que se trataba de artículos de imitación o de mala calidad.
Sorprende que siendo tan desconfiados para algunas cosas a muchos les vaya tan bien organizando concursos para hacerse millonario, montando lineas de tarot o consultas de curanderos con poderes místicos. Lo dicho, somos estúpidos.
Hay más factores, este no es el único. Pero el día en que cambiemos el chip y masivamente todos optemos por la mejor relación calidad/precio muchas empresas tendrán que ponerse las pilas o desaparecer.
En Ahorro diario | Consumidores vagos y la pasividad ante el mercado
Foto | psd