Muchos son todavía los que a pesar de las ‘inversiones basura’ que hemos presenciado en los medios de comunicación, lo que siguen confundiendo que los bancos y cajas son un negocio, y que detrás de la palabra ‘asesor’ no hay un asesor, sino un comercial que necesita cubrir unos objetivos, animando a contratar ciertos productos y/o servicios a nuestros clientes.
Esta situación se magnifica hasta el punto de que algunos ‘asesores’ no conocen suficientemente los productos financieros que comercializan, o aún conociéndolos, los enmascaran, y los consideran de ‘buena oportunidad’ para tratar de acaparar la atención de sus clientes que en muchos casos confían el ahorro que tanto les ha costado conseguir a sus clientes como por ejemplo con el caso de las participaciones preferentes y sus lesivas consecuencias para el ahorro.
Por tanto, cuando sopesamos valorar una posible inversión, tenemos que basarnos en causas y hechos objetivos, leyendo detenidamente el folleto del producto de inversión en cuestión, y si no entendemos algo de lo que ahí se expone, consultarlo con alguien de confianza que no tenga ningún incentivo por decantarse por una opción u otra. Solo de este modo lograremos evitar caer en la trampa que nos ofrecen algunas entidades, con consecuencias muy lesivas para nuestro bolsillo.
Imagen | euro
Vía | El Mundo
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