Existen cuatro motivos para ahorrar. Para conseguir cualquiera de ellos, deberemos establecer un plan de ahorro que nos lleve a obtener nuestros objetivos.
Si lo que queremos es comprar un activo (una casa) o darnos un capricho (unas vacaciones), debemos pensar cuánto dinero necesitaremos para poder comprar ese bien, es decir, ¿cuál es su precio?.
Y si ahorramos como colchón, para nuestra jubilación o para dejarlo en herencia, tendremos que establecer una cantidad mensual para ahorrar que sea asumible con nuestros ingresos y gastos mensuales y con la que, al mismo tiempo, podamos conseguir una cantidad ahorrada significativa al cabo de un tiempo.
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Para establecer un buen objetivo de ahorro debemos fijar una cantidad y un plazo de tiempo. Por ejemplo, en cuatro años tener dinero para pagar la entrada de un piso (un 5-10% de su valor), para que no tengamos que pedir una hipoteca por el 100% del precio.
El objetivo de ahorro debe ser realista y además suponer un reto, es decir, debe ser obtenible pero también tiene que ser algo difícil.
Haz cálculos semanales, mensuales y anuales del dinero que irás acumulando y súmale los intereses que puedes conseguir por ese dinero que vas ahorrando.
Es conveniente que la cantidad a ahorrar sea un fijo mensual para que lo tengamos siempre presente (por ejemplo, 100 euros al mes), a la que podemos añadir parte de las pagas extras + parte de las devoluciones de Hacienda (si las tenemos).
Visualizar el importe, ver lo que conseguiremos al cabo de un tiempo nos motivará y nos ayudará a que los sacrificios diarios que hacemos para conseguirlos no sean tan duros.
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