En los mandos a distancia, en el despertador, en el ratón inalámbrico, en la cámara digital o en los mandos de la Wii. Son omnipresentes y se rigen por la ley de Murphy: te quedarás sin pilas cuando menos lo esperes y más lo necesites.
Ya sé que a muchos les parecerá demasiado obvio, pero yo sigo viendo a muchos usuarios de aparatos electrónicos dejándose un dineral en pilas ¿será que no se han detenido a hacer números?
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Haciendo números:
Podemos encontrar packs de un cargador y 4 pilas por 15 euros o incluso menos. Cada pila recargable tiene un ciclo de vida de 1000 recargas (teóricas) que equivaldrían a 4000 pilas normales, a un precio de 1,5€ el pack de 4 nos saldrían por 1500 euros. Nuestro cargador nos habría ahorrado hasta 1.485 euros.
Aún considerando que el dato de las 1000 recargas fuese exagerado o que no lleguemos a alcanzar tal número de usos, el margen en el que nos movemos sigue siendo abismal. El ahorro a medio plazo está garantizado en mayor o menor medida.
Tipos de cargadores y pilas:
En el mercado básicamente existen dos tipos de cargadores: los normales o nocturnos que completan la carga de las pilas en unas 8 horas, y los rápidos, que tardan en hacerlo entre 15 minutos y una hora.
En cuanto a pilas se comercializan de distinta capacidad, medida en mAh, y diferente composición, NiCd o NiMH. Las de NiCd (níkel cadmio) son de una tecnología antigua, tienen “efecto memoria” y además el cadmio es altamente tóxico. Las de NiMH (níkel hidruro metálico) tienen mayor capacidad y vida útil.
Hay que tener en cuenta que las pilas recargables se descargan con el tiempo (aunque no se utilicen), pudiendo perder un 1% de carga cada día. Por lo que resultaría absurdo adquirir unas pilas de mayor mAh (más caras) si las vamos a usar por ejemplo en el mando de la TV, donde terminará por descargarse más por el paso del tiempo que por el uso.
En definitiva las pilas recargables son más cómodas, más ecológicas y más económicas ¿qué más se puede pedir?
Foto | Flickr (DeclanTM)