Si vamos a viajar este verano y tenemos el presupuesto justo, una de las medidas de ahorro que podemos tomar es llevarnos nuestra propia comida.
Si viajamos en coche, seguro que está mil veces más sabroso nuestro propio bocadillo de tortilla de patatas casero que la comida seca e insípida de las estaciones de servicio.
Además, suele resultar más agradable comer bajo la sombra de un árbol en un área de descanso que en las estaciones de servicio generalmente ruidosas, llenas de gente y no muy limpias.
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Si viajamos a la playa o a zonas turísticas, deberíamos evitar el típico chiringuito al pie de la playa, que suele resultar más caro que los locales menos céntricos, donde acude la gente del lugar.
Si nuestro destino es una ciudad extranjera como París o Londres, no estaría mal meter algún sobre de embutido envasado al vacío en la maleta. Nos puede solucionar más de una comida, sólo tenemos que comprar el pan.
En esas ciudades resulta difícil comer bien por poco dinero. Y la posibilidad de comer en los jardines bajo la torre Eiffel disfrutando de las vistas y del aire libre es un placer que pocos restaurantes pueden darte.
En cambio, otros lugares como Alemania o República Checa resultan baratos y merece la pena comer en un restaurante acompañado la comida de una buena pinta de cerveza.
Foto | Flickr de Sek-hospi
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